El término japonés Zen es una transliteración del término chino Ch’an, que a su vez es una abreviación de Ch’an-na. Este es una transliteración al chino del vocablo sánscrito dhyana. Dhyana podría ser traducido como “absorción” o “reabsorción”. Para comprender este concepto podemos tomar el ejemplo de las gotas del rocío matinal.
Estas gotas son una condensación de la humedad ambiental. Al salir el sol, las gotas de rocío se evaporan y son “reabsorbidas” por la humedad ambiental. De la misma forma, el Budismo considera que el organismo humano es una condensación de la energía universal, a la que deberá volver inevitablemente en el momento de la disolución (muerte). La actividad de la energía universal sigue pues un ciclo con tres fases: condensación, mantenimiento y disolución. En la vida humana, la condensación comienza con la concepción de un nuevo ser humano, continúa con su gestación en el vientre materno, con el nacimiento extracorpóreo del nuevo ser y culmina con la maduración corporal, física y mental. A partir de aquí, comienza la fase de mantenimiento de la vida madura, fase que da lugar a la siguiente, la inevitable disolución de la vida individual, que se manifiesta a través de la degeneración física y mental y, por último, la muerte, o reabsoción del ser individual en su Fuente Primigenia.
La práctica de la meditación Zen permite que el ser individual se conecte conscientemente con la Fuente Primigenia de su vida, con “su verdadera naturaleza original” en el lenguaje Zen. Esta conexión tiene el poder de reducir o hacer desaparecer el miedo a la muerte y al cambio, o dicho de otra manera, reduce el apego a la forma individual y al concepto de yo. Como veremos más adelante, para el Budismo este apego es la causa de todo desequilibrio y enfermedad y, por lo tanto, de todo sufrimiento.
El Buda Shakiamuni.
Pienso que es imposible comprender la acción terapeútica de cualquier remedio si no se tiene en cuenta el contexto conceptual en el que fue creado y aplicado. El contexto conceptual de la meditación Zen viene dado por la experiencia y la enseñanza del Budha Sakiamuni, fundador histórico del Budismo. El Buda Shakiamuni inició su búsqueda espiritual tras confrontarse con el hecho de que la realidad humana está marcada por el sufrimiento que acompaña las experiencias de la enfermedad, la vejez (degeneración física y mental) y la muerte. Shakiamuni hizo el voto de encontrar una vía de liberación de este sufrimiento.
En la raíz del Budismo encontramos pues un deseo de sanación del dolor que acompaña a la condición humana. En un sentido general, el Budismo es una terapéutica del dolor humano, entendido no solamente como dolor físico sino sobre todo como dolor existencial. El Budha Shakiamuni estudió y practicó durante años con los mejores maestros de la época. Finalmente recurrió a la práctica milenaria de la meditación contemplativa, gracias a la cual, después de experimentar profundos procesos cognitivos internos, alcanzó el estado llamado “ iluminación” o, en otras palabras, la perfecta reabsoción en la Fuente Original de la Vida, o bien el estado de Salud por antonomasia.
A partir de ese momento y hasta la edad de 85 años, el Budhcuatro nobles verdades,a recorrió el Norte de la India como un sanador espiritual aplicando la terapéutica que había descubierto y experimentado sobre sí mismo. Expuso su sistema de sanación a través de las llamadas Cuatro Nobles Verdades: la primera Noble Verdad hace referencia a los síntomas de la enfermedad humana; la segunda a las causas; la tercera afirma la capacidad de los seres humanos de alcanzar el estado de salud; la cuarta constituye el tratamiento.
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