El actual ritmo de vida, el estrés, las ropas inadecuadas, etc. colaboran a
facilitar patrones de respiración caracterizados por un ritmo acelerado y una escasa
intensidad, esto es, una respiración más superficial. Habitualmente, sólo utilizamos
una parte de nuestra capacidad pulmonar, con frecuencia la parte superior de los
pulmones, facilitando una respiración eminentemente torácica en la que la intervención
del diafragma es poco relevante. Esta respiración no permite una oxigenación tan
adecuada como supondría una respiración más completa. Las consecuencias de una
respiración inadecuada son una menor oxigenación de los tejidos, mayor trabajo
cardíaco y una mayor intoxicación general del organismo, lo que puede facilitar la
aparición de ansiedad, depresión, fatiga física, etc.
Por el contrario, los patrones de respiración caracterizados por tasas bajas de
inspiración, volúmenes elevados de aire y respiraciones predominantemente
abdominales incrementan el control parasimpático, con descensos importantes en la
tasa cardiaca, lo que señala una desactivación general del organismo.
Es importante vaciar los
pulmones a fondo y evacuar la mayor cantidad
posible de aire residual viciado. Pero este pistón no
es plano, como en un motor cualquiera; está
arqueado aunque no es rígido, porque
está constituido por una placa cartilaginosa rodeada
de músculos, cuya contracción determina los
movimientos del diafragma.
PROCEDIMIENTO BÁSICO.
Para practicar este tipo de respiración, es importante que estés en una postura
cómoda, bien tumbado en la cama o sentado en un sillón envolvente, con los ojos
cerrados y en un lugar y momento en el que no tengas estímulos que puedan
distraerte.
Primer ejercicio:
El objetivo es dirigir el aire a la parte inferior de los pulmones. Para ello, puede
ayudarte el colocar una mano en el vientre (por debajo del ombligo) y otra
sobre el estómago, para percibir mejor los efectos de cada inspiración y
espiración.
Para ello, toma el aire por la nariz y trata de dirigir el aire en cada inspiración a
llenar la parte inferior de tus pulmones, lo que debe producir que se mueva la
mano colocada en el vientre, pero no la que has situado sobre el estómago ni
tampoco el pecho.
Esta parte es quizá en la que encontrarás más dificultad, por lo que es
importante que la repitas tantas veces como sea necesario hasta que la
domines, antes de pasar al siguiente ejercicio.
Segundo ejercicio:
Ahora que ya puedes dirigir el aire a la parte inferior de tus pulmones, el
objetivo es que lo dirijas a la parte inferior-media de los mismos.
En primer lugar, dirige el aire hacia la parte inferior, al igual que en el primer
ejercicio, tratando que no se mueva la mano situada sobre el estómago; la
diferencia es que, ahora, en la misma inspiración, también dirigirás el aire a la
parte media notando cómo se hincha tu cuerpo bajo la mano que tenías
colocada sobre el estómago. Una vez domines este ejercicio, puedes pasar a
realizar el siguiente.
Tercer ejercicio:
Ahora realizarás una inspiración completa. En un primer momento, dirige el aire
a la parte inferior, luego a la parte media , y finalmente
al pecho, todo ello en la misma inspiración.
Cuarto ejercicio:
Una vez domines los tres ejercicios previos,
ya dominas el ciclo de la inspiración. Ahora,
el objetivo será combinarlo con una correcta
espiración del aire que has tomado; tras
realizar la inspiración en los tres tiempos
que hemos visto, ahora soltarás el aire por
la boca, con los labios ligeramente
cerrados, emitiendo un tenue ruido. Para
lograr una espiración más completa puede
ayudarte el tratar de silbar cuando
consideres que estás llegando al final de la
espiración, ya que así se fuerza la expulsión
de parte del aire residual. El tiempo de la
espiración debe ser aproximadamente el
doble que el de la inspiración (por ejemplo 2
y 4 segundos).
Esto necesita moita practica ireina collendo coa tua axuda.
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